Silenciosas como ellas mismas, Georgy y Leoncio son las más circunspectas tortugas que conozco. Ella y él, verdes y orejonas. Siempre ocupadas en sus asuntos, de cuando en cuando nos regalan un instante de asombro.

 

A veces colgadas de su piedra estiran una pata mientras contraen uno o los dos brazos. En otra ocasión, al saberse observadas ellas te regresan la mirada tal como si estuviesen analizando a seres extraños. Eso sí, siempre con una dulce sonrisa.

 

Les llamamos "nuestras" tortus pero en realidad somos de ellas. Cualquiera que las mire cae a sus encantos y se engancha a la primera. Jorge Luis es huidiza, lo ha sido desde el primer día. León Felipe, por el contrario, es confiado y se deja llevar por las circunstancias. Tuvieron que pasar varios meses para que supiésemos su género y ya no había manera de cambiar el nombre: Georgy será siempre Jorge Luis y el cabezotas de Leoncio, León Felipe.

 

Decía que son las tortugas más reservadas que conozco, en realidad son las únicas con las que he tenido contacto y pienso que son estupendas. No aspiramos a que sean las mejores tortugas del mundo, sin recato ya lo son. Nos hacen muy felices por lo que el gusto siempre será que ellos vivan a su manera, en la distancia del espacio que podemos ofrecerles, en el mejor de los mundos posibles.